Hace apenas tres años, Marta Villanueva disfrutaba con sus amigas jugando al fútbol, su pasión desde que empezó a darle al balón cuando apenas había comenzado Primaria. Lo hacía en el Ejea, el equipo de su pueblo y de su vida. Pero una llamada lo iba a cambiar todo. Al otro lado del teléfono, Marta Frías, la referente del arbitraje femenino aragonés y recientemente distinguida como la mejor árbitra de España la pasada campaña, le abría un horizonte nuevo. «Me dijo que iba a dar un curso de arbitraje en Aragón. Me animé y fui. Aquello lo cambió todo».

El arbitraje sedujo a Marta. «Te engancha», admite. Desde entonces, la aragonesa no ha parado de crecer. Además, ejercer en categorías regionales era compatible con seguir jugando, pero, desde el pasado verano, la dedicación es exclusiva. Porque, en apenas tres años, Marta ha dado el salto a la máxima categoría nacional del fútbol femenino, la Liga Iberdrola, en la que debuta esta campaña como asistente. «Este verano hice las pruebas en Madrid y logré el ascenso junto a otras tres chicas. Me gusta bastante más el banderín que el silbato, dicen que quizá porque fuera del campo no tengo un carácter fuerte y de ahí que prefiera la banda. El caso es que aquí estoy», presume.

Nada de eso pasaba por la mente de Marta, que admite ser una «apasionada» del fútbol. Por eso decidió sacarse el título de entrenadora. «Lo que me encanta es estar en el campo y tenía la impresión de haber alcanzado mi tope en el Ejea. Quería seguir en el terreno de juego porque el hecho de haber jugado te permite entender mejor el juego y parte de él, como las simulaciones por ejemplo, pero nunca me imaginé que lo haría como jueza o asistente», reconoce antes de referirse, de nuevo, a aquella conversación con Frías. «Fue media hora, pero lo cambió todo».

Ahora, a sus 26 años, Marta Villanueva no para de crecer. «Todo va muy rápido, es cierto». Casi tanto como el auge de un arbitraje femenino que sigue dando pasos de gigante. «Todo se está profesionalizando mucho y el futuro pinta muy bien para todas», celebra la aragonesa, que expone que la pasión por el fútbol viene de familia. «Mis padres son los más futboleros del mundo y les encanta ver cualquier partido. Da igual quién esté jugando». Ellos, precisamente, fueron su principal apoyo a la hora de volcarse en el arbitraje «pero mi padre me preguntaba si sabía dónde me había metido. Ahora, los dos me llevan en volandas».

Atrás quedan las dudas y la incertidumbre. Y los prejuicios. Porque Marta asegura que algo está cambiando. «Yo no he sufrido ningún insulto o comentario machista. Absolutamente nada. Siempre hay quien te dice que te pongas gafas, como se le puede decir a un chico árbitro, pero nada de fregar y cosas de esas. Nunca. Se está mejorando mucho en este aspecto», asegura.

Corren, pues, buenos tiempos. El arbitraje femenino se abre paso a toda velocidad, como lo demuestra Guadalupe Porras, la asistente extremeña que esta temporada ha debutado en Primera División masculina. Marta admite que ese es el camino a seguir, pero sin prisa. «Yo voy paso a paso. Llevo muy poco en esto y ya he conseguido llegar a la Liga Iberdrola, así que tampoco me planteo metas a largo plazo. Vamos avanzando. Nada de estancarnos». Eso sí, a la hora de señalar referentes lo tiene claro. «Marta Frías, sin duda», así como otras aragonesas en la élite como Paola Cebollada o Carmela Capistrós.

Junto a ellas, Marta, ejemplo diáfano de evolución, sigue disfrutando de lo que más le gusta y confía en que el ritmo no decaiga. «Un chico lo tiene bastante más complicado para llegar a Primera porque tiene mucha más competencia y nosotras somos pocas, pero en el campo no piensas en esas cosas. Además, no meto tanto la pata para ser la nueva».

¿Para cuándo una árbitra en Primera División? «Supongo que es más una cuestión de físico, pero llegará. No hay prisa», subraya Marta, que defiende el VAR y lamenta que no esté disponible en la Liga Iberdrola. «Lo echo de menos en los fueras de juego. El otro día levanté el banderín en una jugada poco clara y luego estuve un rato dudando si lo era o no».

Marta no deja de sonreír. Es lo que tiene cumplir sueños. «Echo de menos jugar, pero estoy todo el día viendo fútbol. No me cansa. Sí a los que tengo alrededor, pero yo estaría todo el día». Fútbol por bandera.