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¿Qué ejercicio es más eficaz para perder peso tras las Navidades?
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LA SALUD DEL DEPORTE

¿Qué ejercicio es más eficaz para perder peso tras las Navidades?

La combinación de ejercicios de fuerza con otros de trabajo cardiovascular está mostrando una gran eficacia en los programas de adelgazamiento

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Entre los múltiples propósitos que el año nuevo trae consigo, uno de los más populares es el de mejorar nuestra forma física. Todavía con el peso de la culpa por los excesos gastronómicos de las Navidades, tendemos a plantearnos objetivos que muchas veces no son realistas. Soñamos con perder peso, recuperar agilidad y reencontrarnos con nuestra mejor versión. El problema suele ser que queremos resultados de inmediato, y esa impaciencia a menudo nos impulsa a cometer errores: dietas ultrarrestrictivas, un plan de ejercicio físico que no se adapta a nuestras capacidades… El resultado, muchas veces, es el contrario al deseado y se traduce en el abandono de esos buenos propósitos apenas unas semanas después de iniciados.

Si no queremos que este año nos ocurra lo mismo, nos interesa identificar esos errores y corregirlos. Y puede ser un buen momento para ello: al fin y al cabo, estamos inmersos en unos tiempos extraños en los que todo cambia a velocidad de vértigo; podemos, por tanto, aprovechar para hacer las cosas de manera diferente e intentar, así, ser más eficaces en la consecución de nuestros objetivos.

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Para lograr esa eficacia, será necesario, en primer lugar, que el ejercicio que nos propongamos se ajuste tanto a nuestras capacidades como a nuestros intereses. A nuestras capacidades porque, como señala Alejandro Escolar, fisioterapeuta del Centro Médico Ruber Internacional, “ponerse en forma o prepararse para hacer un deporte de forma segura requiere tiempo para que el sistema cardiovascular, los músculos y los huesos del cuerpo se adapten a las nuevas cargas e intensidades fisiológicas”. Y a nuestros intereses también, porque no nos servirá de nada hacer un ejercicio que no nos guste. Una actividad puede quemar muchas calorías, pero, si no nos gusta, terminaremos por abandonar. Es mucho más importante elegir algo con lo que disfrutemos, aunque sus beneficios sean más modestos. En otras palabras: si no nos gusta pedalear y, en cambio, nos encanta bailar, más nos valdrá apuntarnos a clases de salsa y no de 'spinning'. Ajustando el ejercicio a nuestras aptitudes y a nuestros gustos, estaremos consiguiendo un doble objetivo: prevenir lesiones y evitar dejarlo a la primera de cambio.

A partir de aquí, ¿qué modalidad de ejercicios puede ser la más adecuada para ponernos en forma y perder peso? Tradicionalmente, hemos oído que el ejercicio aeróbico de larga duración y baja intensidad —como caminar, hacer bici, nadar…— era el más adecuado para todo tipo de personas. Y, ciertamente, la evidencia científica acerca de sus beneficios sobre el sistema cardiovascular es abrumadora. Pero, en los últimos años, las recomendaciones han cambiado y la tendencia es recomendar también ejercicios anaeróbicos. “Ahora se tiende a combinar ejercicios de fuerza con otros de trabajo cardiovascular —explica Raquel López, fisioterapeuta del Centro Médico Ruber Internacional—. Esta combinación ha demostrado una gran eficacia en los programas para perder peso”.

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Así es. Durante mucho tiempo, se pensó que pesas, mancuernas, barras y máquinas eran propias de quienes únicamente buscaban muscularse. Era raro el médico que recomendaba este tipo de ejercicio a sus pacientes. Pero la última década ha dejado un reguero de investigaciones que confirman los beneficios que reporta el entrenamiento de fuerza. Por ejemplo, en 2015, investigadores de la Universidad del Sur de Maine han descubierto que el entrenamiento con pesas quema hasta un 71% más de calorías de lo que se pensaba. Y un reciente estudio, el mayor análisis publicado hasta la fecha acerca de cuál es el mejor tipo de entrenamiento para las personas con sobrepeso, apunta que “combinar entrenamiento aeróbico de alta intensidad y entrenamiento de fuerza de alta carga genera los mejores resultados”. El entrenamiento aeróbico favorece, entre otras cosas, la reducción del tejido adiposo y mejora los niveles de las hormonas implicadas en la reducción de la grasa abdominal. El entrenamiento de fuerza ayuda a incrementar la masa corporal magra y el metabolismo basal.

¿Cómo podemos entrenar?

  • Si nunca hemos hecho ejercicios de fuerza y queremos comenzar, debemos aprender a hacerlo bien. Lo ideal sería ponerse en manos de un profesional, pero, si en este momento no te es posible, puedes probar a ver vídeos fiables, realizados por fisioterapeutas, en los que te enseñen cuál es la técnica correcta.
  • La fuerza no necesariamente se trabaja con grandes pesos. Hay una forma de entrenamiento en fuerza por la que se vencen resistencias medias o ligeras haciendo muchas repeticiones.
  • Si no tienes una mancuerna o una 'kettlebell', puedes utilizar una mochila con peso, botellas de agua, paquetes de arroz…
  • Los programas de entrenamiento basados en metodología HIT, en los que se hacen rutinas aeróbicas muy cortas, pero muy intensas, son eficaces para conseguir resultados. Pero, al ser de alta intensidad, están indicados para personas que ya tengan una buena forma física. Si no es tu caso, mejor opta por comenzar con una intensidad moderada para intentar ir aumentándola progresivamente.
  • Y no olvides calentar y estirar antes de comenzar los ejercicios, porque “ayuda a aumentar la temperatura del cuerpo, activa la musculatura y las conexiones neuromusculares, lo que reduce el riesgo de lesiones”, explica el coordinador de la Unidad de Rehabilitación del Centro Médico Ruber Internacional, Carlos Crespo.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para practicar deporte que mejore nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con el Ruber Internacional Centro Médico Habana.

Entre los múltiples propósitos que el año nuevo trae consigo, uno de los más populares es el de mejorar nuestra forma física. Todavía con el peso de la culpa por los excesos gastronómicos de las Navidades, tendemos a plantearnos objetivos que muchas veces no son realistas. Soñamos con perder peso, recuperar agilidad y reencontrarnos con nuestra mejor versión. El problema suele ser que queremos resultados de inmediato, y esa impaciencia a menudo nos impulsa a cometer errores: dietas ultrarrestrictivas, un plan de ejercicio físico que no se adapta a nuestras capacidades… El resultado, muchas veces, es el contrario al deseado y se traduce en el abandono de esos buenos propósitos apenas unas semanas después de iniciados.

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